Hace dos años un billete de avión me llevó hasta Gante. Sentado una tarde a solas en el embarcadero de uno de sus canales, pensé que estaría bien, aunque solo fuese durante un tiempo, vivir en una ciudad así.
Quizá sea el destino el que ha hecho que ahora viva a pocos metros de ese embarcadero, pero no estoy seguro de creer en el destino. Si que creo en las personas, en que la salud es algo primordial, en que cuando las cosas van mal siempre pueden ir peor, y en el deseo indomable del corazón.
Quizá sea lo que he aprendido cuando hace dos años me levante del sofá y empecé a andar.
Lo primero que hice fue correr con los ojos cerrados (perdonad por no mirar atrás, pero es que al principio da un poco de miedo), y di con mis huesos en Béjar.
Mierda, por querer correr a solas con los ojos cerrados me arañe los brazos y las piernas, y la ansiedad me hizo pensar que me estaba muriendo de alguna extraña enfermedad que me quitaba el aire y nublaba la vista. Pero también he aprendido que una bonita canción mientras quito el polvo a la estantería de los recuerdos lo soluciona rápido.
El finde pasado estuve en la feria que ponen aquí por pascuas con unos amigos belgas. Se que hay ciertas atracciones, las que giran y giran muy rápido, que no me sientan nada bien, pero ... - ¡ Me gusta el olor a "napal" por la mañana ! - y acabé subiéndome a una. Joder, que casi la hecho.
Entre uno de ellos y yo, tirando con las carabinas conseguimos bastantes puntos como para pillar una diana de dardos que espero colgar un día de estos en la pared.
(Mi bici)
Mañana juega la selección de Belgica de fútbol con no se que otra selección por la clasificación del mundial. Iré a ver el partido a casa de un amigo, a ver si aprendo alguna palabrota en flamenco.